El Último Liliputiense
domingo, abril 27, 2008
07. Recomenzando

"Ayer fui cerca de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago y quise pasar por donde hay un jardín de rosas, iba distraídamente cuando de repente veo que algo se mueve, pensé que podía ser un perro , es normal que acá los haya, pero no era así, me acerque para tratar de ver de que se trataba , pero aunque parezca una locura creí haber visto a un hombrecillo con la espalda apoyada en una piedra, pero para su tamaño parecía una roca, no se si estaba pensado, distraído o durmiendo, lo mire de medio lado, no se le veía la cara desde donde yo estaba, frente a la extraña pequeña presencia me quede perpleja, no era un niño pequeño, no era un gato o un ave, era un "ser humano" pequeño. Antes que advirtiera mi presencia me alejé cautelosa para no llamar su atención, me preocupó asustarle o darme cuenta que era producto de mi imaginación (lo que no seria problema para mi, siempre tengo duendecitos dando vuelta por mi cabeza)… Pero ¿Y si fuera de verdad? Si no es producto de mi imaginación...... ¿Que hago? ¿Vuelvo allá? ¿Debería? Y sacarme la duda de una vez por todas... ¡¡¡¡Es que se veía tan real!!!... Juro que fue muy extraño para mí, no me atreví a acercarme ni moverme un solo milímetro... ¡Que locura! creo voy a ir y voy a darme cuenta que fue producto del stress (pobre stress siempre tiene la culpa de todo), después de esto creo que cumplo con el perfil que se requiere para el Patio de orates....
Ya sé que voy a hacer...me decidí mientras escribía....VOY A VOLVER A LOS ROSALES, mi curiosidad es mayor, lo peor que puede pasar es que me termine de convencer que estoy loca (¡Tremenda novedad! descubrí el Technicolor)... ¿Y si es de verdad y me habla?... Si existe algún modo de comunicarse con él o ella.......

Ya estoy desvariando."

"Desde que estoy en este mundo gigante, me había escondido, y lo había hecho bastante bien. Sin embargo ayer cometí un error fatal, estaba tan cansado de escabullirme, sobre todo de los perros, que sin querer dormité un poco, a vista y paciencia de todo aquel que quisiera pasar por el lugar. Por suerte no estaba demasiado a la vista, pero fue suficiente para que una de las gigantescas mujeres que habitan en esta tierra me viera, mi estupefacción me inmovilizó, lo bueno fue que a ella también. Es la primera vez que alguien me ve desde que llegué a este nuevo lugar y no sé qué irá a hacer, por ahora trataré de seguir escondido, de sólo escuchar los atronadores pasos de estos gigantes me aterro. Si esta gigante me ha de encontrar, sólo espero que sea una gigante buena... si es que eso es posible. Debo ser justo, Ibon no era mala, sin lugar a dudas estaba muy bien con ella, mejor de lo que estoy ahora, a la deriva, solo en un mundo colosal. Ya veremos mañana qué pasa."


jueves, septiembre 21, 2006
06 Tormenta
"Momentos después mi sonrisa deja de serlo y pasa a ser una estruendosa carcajada, al menos para mí. Primero río mirando hacia abajo, luego me tomo la cara y rio con muchas ganas. Sólo me calmo casi medio minuto después. Ibon me mira, no está agradada, me atrevería incluso a decir que se mezcla frustración con resentimiento en esa mirada.
En ese instante la claridad aparece al fin en mi mente, quizás de verdad somos violentos los liliputienses, sólo que hemos aprendido a canalizarla. El problema es que nunca había enfrentado una ofensa contra mi patria, creo que somos nacionalistas exacerbados. Me detengo a pensar, rápidamente barajo posibilidades. Analizo lo sucedido: He insultado a una gigante, estoy en su tierra y en su casa, aunque fuera de mi tamaño debería de respetar eso, norma fundamental liliputiense. El agravante es que si ella me ve como Góliber y soy sólo una rareza podría abandonarme a mi suerte y sería irremediablemente mi fin en este mundo gigante. He obrado mal. Pero también he ganado, no puedo olvidar eso, el código de honor liliputiense es específico, los vencedores siempre pueden disponer de los vencidos, lo dificultoso es que no estoy en Liliput y ese código pasó a ser sólo una anécdota hace mucho tiempo, desde que estamos en paz, fecha que coincide con la presencia de Góliber en Liliput.
Definitivamente debo apelar al sentido común. Ibon ha permanecido callada todo el tiempo y ahora mira fijamente al piso.
Creo que disculparme con ella sería lo más correcto. Ya estoy tranquilo. Me dispongo a hacerlo, cuando veo que es ella quien está enfadada ahora… Levanta la vista del suelo y me mira fijamente. Se acerca, el mueble en que estoy queda a la altura de su cintura. Se acerca un poco dando un paso con mucha fuerza, todo se tambalea. Confirmado: Está furiosa. Ahora de verdad siento miedo, mucho más del que cuando me encontró en la playa. Me grita demasiadas cosas, de verdad que son sólo truenos que no logro entender, acerca cada vez más su cara, sólo con el aire que expulsa al gritar me hace tambalear, golpea el mueble con su puño, cerca, demasiado cerca de donde estoy, eso finalmente me hace caer sentado. Me señala con su índice, incluso me empuja el pecho con fuerza, me duele. Yo ahora comprendo bien la situación, el error fue mío, nunca debí tratarla así, no escucha para nada mis excusas, creo que la irritan todavía más. Respira por un momento. Mira hacia arriba. Aprovecho para gritarle de nuevo mis excusas, decirle que todo fue un error y que no quise agredirla. Nuevamente me mira, su cara es de desesperación. Transpiro muy, muy frío. Pierdo el habla. Cierro los ojos, ocurre lo peor. Me toma en su mano ahora sí con fuerzas, sospecho que dista bastante aún de la presión máxima que podría ejercer. Estoy aterrado. Me parece que aprieta con más fuerzas. Ya casi no resisto. Pienso que definitivamente este es mi fin. Me uniré a ustedes, compatriotas, hasta aquí llega el pueblo de Liliput, el país más grande del universo".

"Uno, dos tres, cuatro... diecisiete, dieciciocho... veintitres... veintiocho... treinta y dos. Treinta y dos cuadritos de madera tiene el piso de mi pieza. Hay una sola ventana y deja entrar tanto sol como aire marino de ferias y verduras. Cálmate, Ibon, cálmate, a fin de cuentas no sabes qué ha pasado con el pequeño. Aunque, considerando que le salvaste la vida, no debería portarse así contigo. Es más, él está conciente de que le salvaste la vida, de que entiende, entiende. Pues bien, entonces las cosas andan mal. Ese duende estaba botado en la playa, lleno de harapos, sucio y malherido. ¿Qué tan increíble es, al fin y al cabo? Ni siquiera se parece a los duendecitos de Blancanieves, que trabajaban duro para mantenerla en su casa y la trataban como la princesa que era. Pues bien, ¿y qué me da este enano? Rechaza el baño, hace preguntas insidiosas sobre Gulliver, y como si no bastara, además se atreve a encararme quien sabe con qué insultos de su imaginario Liliput, sonriendo como si la pena que me acaba de causar fuera una broma divertidísima. ¿De qué se las da? ¿Ahora por leerle lo que él mismo me pidió, tengo la culpa? ¡Ja! Basta de contar tablitas, esto es demasiado, si el duende llegó a mi vida va a tener que aprender un par de cosas. Me dirijo hacia la mesa, y lo miro fijamente: tal y como pensaba, su expresión es de un terror tremendo. Hago temblar el mueble como un pequeño castigo con mis propios pasos. Pero, un momento, a pesar de que está asustado no parece muy arrepentido de lo que acaba de hacerme, ni siquiera después de esta demostración de mi "poder sobre él", por decirlo de alguna manera. ¿Estas son formas de agradecer todo lo que ha pasado hoy? Lo protegí de mis hermanas, lo escondí, conversé con él, hice todo lo posible porque se calmara mientras me disparaba palabras acaloradamente. ¿Cree que por ser pequeño duele menos? Veamos si por ser más grande te duele más. Sin poder contenerme, comienzo a desahogarme a gritos en su cara, golpeando el puño con la mesa e incluso apuntándolo y empujándolo con el dedo, un comportamiento por el que tantas veces me retó mi mamá cuando lo practiqué con mis familiares en nuestras reuniones. Ahora parece querer decir algo. Sea lo que sea, no me interesa. Miro hacia el techo, esta vez sin intención de contar más paneles para calmar mi ira. Sigue hablando, como si alguna de sus excusas me importara, ja- ja- ja. Esto ya es demasiado, ¿dijo perdón o disculpa en su discursillo barato? No. Es hora de tomar medidas drásticas, reflexión traducida en un buen apretón entre mis manos. ¿Qué tantas ganas tienes de enojarte ahora?"
domingo, agosto 27, 2006
05 Nubes
"¿Cómo es posible que ella sepa del gigante Góliber? En Liliput es recordado porque marcó un antes y un después, gracias a él ganamos la guerra contra Blefescu, para luego formar la gran nación de Liliput que es hasta hoy… bueno, era. Sin él no nos hubiésemos convertido en lo que solíamos ser, aunque ahora que lo pienso, si existe una nación de estos gigantes es muy natural que ellos se hayan corrido la voz de la existencia de mi querida tierra. Eso explica el conocimiento de Ibon, de hecho hasta existe un libro que narra lo vivido por Góliber en Liliput.
Sin duda él fue el gigante más importante de los que ha visitado Liliput, porque los que estuvieron después fueron realmente malos… Le pregunto a Ibon si conoce de los gigantes posteriores a Góliber. Se extraña, al parecer no. Mira un tanto incrédula, me dice que no y que le comente, pero yo me opongo, necesito saber qué es lo que cuentan los libros de mi tierra. Por lo visto ella conoce el relato bastante bien y me da una descripción concisa, pero suficiente. Lo que me dice es que es descrito como un pueblo belicoso, además de que peleaban sin sentido, al principio me molesta, me enojo lo suficiente como para llorar y protestar, intento gritarle con rabia que no es así, que está insultando a mi pueblo, boto el pocillo con el agua. Siento frío, ya estaba completamente empapado y el agua helada, pero la ira me hace hervir la sangre. El frío pasa a segundo puesto. He olvidado completamente que estoy desnudo, en una tierra habitada por gigantes, que de hecho estoy increpando a una, que podría aplastarme con sólo un dedo. Es que nosotros por siglos hemos respetado la figura de Góliber, pero para él somos fuimos una rareza… El punto es que Ibon no es la culpable, mas le encaro como si así fuera, ella me mira, creo que también olvidó que estoy desnudo. En un principio trata de calmarme, con suavidad, pero luego noto que sus ojos se humedecen. Creo que de verdad le afectó, no sé qué decir, en Liliput cuando pasa esto es señal de victoria, demuestra que eres más fuerte que la persona con quien discutías. Eso me calma, de hecho sonrío y el pecho se me hincha de orgullo. Pienso en la gran victoria que es derrotar a una gigante en una patria de gigantes."


"Durante unos momentos se queda callado, ensimismado. Me pregunto en qué estará pensando, parece realmente concentrado en algo importante. Lo veo debatirse, hacer algunos gestos impacientes... de todas maneras se ve muy tierno con esa actitud reflexiva, así que lo dejo, mientras sigo hojeando "Los Viajes de Gulliver" en busca de nuevas ilustraciones que lo entusiasmen. De pronto, me pregunta exaltado y elevando su voz con algo de esfuerzo, si conozco a los gigantes posteriores al viajero que le acabo de mostrar. ¿Gigantes posteriores? Tiene buen sentido del humor este pequeñito, o tal vez aún se siente muy afectado por la bomba atómica de estrógenos que representan mis dos hermanas. Lo contemplo con una sonrisa, mientras me devuelve una mirada seria. Asumiendo entonces que el asunto es grave para él, suspiro y le respondo que no, que no conozco, que me cuente un poco sobre eso porque no tengo la certeza de que se haya escrito una segunda parte por el mismo Swift o por sus seguidores. Pero para mi sorpresa se niega rotundamente, pidiéndome con cierta ansiedad que le comente algo más sobre el libro que tengo en mis manos. Veo así que la cosa es aún más trascendente de lo que creía, y cruzando mis piernas a lo indio comienzo a relatar lo que que recuerdo de la fantástica narración: un pueblo de pequeñas personas, honestas, pero que peleaban por razones casi irrisorias con unos enanitos vecinos. En ese momento veo que mi duendecito se agita, agita sus brazos, comienza a gritar cosas que no entiendo y voltea el pocillo que le acerqué para que tomara un baño. ¿Qué pasa? ¿Qué dije? Trato de acercarme con ademanes cariñosos, casi maternales, susurro algunas palabras que cuando niña solían calmar mis angustias. Pero no, no sirve, ahora parece amenazarme, está realmente enfadado, puedo notar como empuña sus pequeñas manos con rabia verdadera. Miro el libro, los dibujos, miro la ilustración de Gulliver y algunas líneas. ¿Habré contado mal la historia? Pero, ¡si no he inventado nada! ¡Dije las cosas tal y como Swift las planteó alguna vez! De nuevo trato de calmarlo, de que se serene un poco... pero no hay mejores resultados con eso. Yo soy de las que mucho sueñan, y tuve la suerte de encontrarme con un ser maravilloso en medio de una playa. Ahora está aquí, frente a mí, y parece odiarme. Aunque hable español, ya no es el mismo idioma. Mis ojos empiezan a empañarse, el nudo en la garganta va creciendo angustiosamente, junto con la impotencia y las ganas de que esto no sea real. Esto se llama mala suerte, estoy a punto de perder lo que nunca pensé encontrar. Y sonríe. Pero es una sonrisa distinta, no es cálida ni tímida, como sus primeras expresiones; parece una especie de victoria, un ademán orgulloso. Creo que definitivamente no hablamos el mismo español."
jueves, agosto 17, 2006
Intermedio
Nuestros queridos amigos Ibon y Mig-El han salido de vacaciones, estarán fuera cerca de un mes, a partir de los primeros días del mes en curso. Probablemente a mediados de Septiembre tengamos noticias de ellos, hasta entonces, a esperar y juntar ganas para devorar las próximas aventuras de esta pareja tan dispareja... ¿O no?
lunes, julio 31, 2006
04 ¿Liliput?
"Son alaridos los que se escuchan desde fuera de la pieza. Cuando ella me tomó de improviso creí que me rompería en mil pedazos, pero sólo fue el susto, estoy ileso, aunque no sé bien cómo. De improviso la puerta se abre, siento pasos que hacen temblar todo, son más gigantes, no cabe duda. La bota es demasiado larga como para escalarla, pero tiene un cierre que la cruza desde arriba y está abierto, intento asomarme para ver y veo que son dos más, también mujeres, creo, pero su voz es aguda y molesta, están muy cerca de donde estoy, sin embargo parecen no saber que me encuentro en este lugar. Las tres gigantes discuten mucho, de improviso las dos que entraron recién se acercan hacia donde estoy, gritan de una forma realmente insoportable, no sé si saben que estoy en la bota, pero una la patea y la otra luego la pisa, pero por suerte a mi no, sin embargo cuando salí volando me golpeé en un hombro y me duele, también he salido rodando fuera de la bota, las recién llegadas no me ven, mas la primera sí, rápidamente las empuja fuera. Me parece que respira aliviada, me pongo de pie, pero ¡Ay! El hombro me duele mucho. Ella se acerca hacia mí, me toma en su mano, quedando yo sentado, ya sin miedo, acerca un tanto su cara y en el tono que me parece lo más bajo que logra me dice: "Me llamo Ibon". Parece que nota mi hombro dañado, con su pulgar y su índice me lo toma, lo mueve y provoca un gran dolor, aunque inmediatamente el sufrimiento se detiene, ha puesto el hueso en su lugar, desconozco si lo hizo con esa intención. Le digo gracias, parece entender y sonríe, es un gesto amable, me envalentono y le grito que mi nombre es Mig-El. Parece emocionarse, sus ojos brillan, me pregunta si estoy herido, yo veo que tengo unos cuantos moretones, bromeo y le digo que es sólo suciedad. Tras eso busca un pocillo, le pone agua desde una botella y me señala que podría bañarme. Entonces le digo que en Liliput es un lujo bañarse de ese modo, comienzo a sacarme la poca ropa que me va quedando, Ibon parece sonrojarse, me deja junto al pocillo y me dice "¿Liliput?" Estaba listo para entrar a bañarme cuando me dice que espere, parece conocer Liliput, eso me llama la atención tan profundamente que olvido el baño, me quedo parado y desnudo, de cuerpo y mente. Va hacia un mueble con libros y trae uno. "¿Cómo no lo pensé antes?" Me dice algo de un viajero antiguo. Comienza a hablar más fuerte, pero yo también comienzo a acostumbrarme. Abre el libro y me señala un dibujo, es Gulliver me dice. No puede ser, relaciono conceptos y es increíble: ¡¡¡Ella conoce la leyenda del Gigante Goliber!!!"


"Que la Kenita Larraín y que el Chino no se qué cosa, entraron gritando mis dos queridas hermanitas cual si fuera el fin del mundo. Traté de impedir que pasaran, pero como tienen modales tan finos me fue imposible detener la estampida comparable a la corrida de San Fermín, que detesto y que ellas podrían confundir innegablemente con un nuevo programa de farándula. Me parecieron horas, eternas horas, mirando nerviosamente hacia la bota donde estaba mi pequeño tesoro mientras las dos reinas del SQP seguían tratando de integrarme a su panel de tonterías. Se estaban enojando, gritaban cada vez con decibeles más exagerados porque notaban que yo no estaba interesada en nada más que en esa solitaria pieza de calzado. De pronto una de ellas alza los brazos y grita algo sobre el Negro Piñera, acercándose peligrosamente a la bota. Oh shit. Le da una patada que me vuelve a recordar los toros, mientras la gemela Campos hace su parte dándole un pisotón. Me llevo las manos a la boca, horrorizada, sin saber que lo peor no había pasado: mi pequeño duende sale disparado dando tumbos en medio del griterío infernal, convirtiéndose en la gota que colmó el vaso. "¡Fuera!" grito con todas mis fuerzas, sin escatimar esfuerzos en empujarlas por la puerta. Alivio, al fin. Me acerco al duendecito desvalido, lo tomo cuidadosamente en la palma de mi mano y reflexiono un momento. ¿Qué debería decir? Los libros hace rato dejaron de ser una ayuda.... "Me llamo Ibon" balbuceo algo nerviosa, tratando de que parezca más un susurro que una voz. Noto que está herido en el hombro, obviamente gracias a la acción delicada y señorial de mis hermanas. Si no encontré qué decir, ni qué darle de comer, menos podría adivinar como calmar su dolor, así que recuerdo un pasaje del libro "Medicina Oriental" que mi abuela tenía olvidado en su desván y con el pulgar y el índice en vez de ambas manos, enderezo con toda la delicadeza posible su hueso. Parece dolerle, y sin embargo escucho que me dice "gracias" y luego "Me llamo Mig-El". No sé si realmente dijo eso, no sé si imaginé que habló conmigo en mi mismo idioma, solo sé que no podía dejar de llorar como una tonta ante tan maravilloso hallazgo. Son sus moretones sin embargo los que me hacen poner los pies en la Tierra nuevamente, y le alcanzo una pileta de porcelana, llenándola de agua con una botella para que se dé un baño después de tan agitado día (jamás pensé que ese adorno tan kitsch de la tía Eugenia me podría servir para algo), mientras él me alega sonriente que es sólo un poco de suciedad. Luego añade que en Liliput es un lujo bañarse de esa manera, quitándose la ropa para entrar en la pileta (digamos que fue un tanto incómodo). ¿Liliput?, mmm. ¡Liliput! ¡La tierra del gigante Gulliver! Me dirijo al estante de libros y busco desesperadamente aquella hermosa leyenda, repitiendo su nombre al tiempo que trataba de encontrar alguna ilustración que, quién sabe, pudiera resultarle conocida. Gotcha. Corro hacia él y a gritos inevitables le comunico que un antiguo viajero conoció también las tierras de Liliput, señalando un dibujo del mismo con emoción desbordante. "Este es Gulliver", le dije. ¿Duendecito?".
sábado, julio 08, 2006
03 Cara a cara al fin
"El movimiento me hace despertar, la altura me impacta y siento ganas de vomitar, estoy en el bolsillo de una mujer gigante, que camina con prisa hacia un lugar que desconozco y por lo mismo me aterra. ¿Cómo vivirá esta Gigante? ¿Será la única de su especie? Quizás atrapa liliputienses, incluso es posible que tenga a mi familia, me asusta lo desconocido... Un momento, esta chaqueta en la que voy, es de mezclilla, en Liliput he visto a cientos de personas con una igual, aunque con esta podrían fabricarse chaquetas para medio Liliput... bueno a lo que era Liliput. Significa que no somos tan distintos. Miro hacia arriba con horror, ella no me mira, de vez en cuando revisa sólo con su mano el bolsillo en que voy, como si pudiese escapar. No sé si es porque veo medio borroso o qué, pero creo que está llorando ¿Qué le pasará? Mig-El, tienes tus propios problemas como para pensar en los de otro, al detenerme a mirar la ropa de ella me dedico a observar la mía, mi polera que ya era manga corta está completamente ajada, en un arranque de desesperación, en que veo mi vida reflejada en esa polera destruida, me la saco y la boto, derramo algunas lágrimas con ella, también me doy cuenta de que perdí mis zapatillas y calcetines mis pantalones están empapados y rotos en su parte mas baja, aunque casi intactos, algo bueno al menos. Por quedarme a torso desnudo me da algo de frío, mucho frío pues estoy muy mojado, tiendo a acurrucarme en el fondo del bolsillo y me quedo dormido con el deseo de que sea sólo un mal sueño. Obviamente no lo es, Ella me despierta con uno de sus enormes dedos palpando mi espalda, cuando recupero la conciencia me pongo de pie rápidamente y me lanzo hacia atrás, me parece que ella se asusta también, en ese momento aprovecho de mirar donde estoy, parece ser el cuarto de una mujer de edad juvenil, es de Ella definitivamente. Hay una cama, una especie de velador, un armario colosal ¡¡Como el edificio más grande de Liliput!! No alcanzo a seguir viendo el cuarto cuando Ella me habla, su voz es verdaderamente un trueno, me tapo los oídos por instinto, ella se calla, la observo con cautela, creo que me dijo "Hola", quizás hablamos el mismo idioma. Ahora la observo un poco más relajado, su cabello es rojo y largo, más que el mío, como hasta la mitad de su espalda. Es delgada y bonita, pero aun me asusta, se acerca de nuevo, con su dedo palpa mi pecho en silencio, estoy temblando, en eso otra voz suena desde el exterior, esta vez no me afecta tanto, creo que también es una voz de mujer, oh no, serán dos, me da miedo, pero a Ella parece que más, me toma ahora a la rápida y con su mano completa en un puño cerrado, veo que mira para todos lados y finalmente me deja dentro de una algo que me parece una bota muy alta. De nuevo: Atrapado"



"Son algo así como las 12 y media, el olor de los primeros condimentos de la carne comienza a invadir mi pieza. Mi mamá debe estar haciendo el almuerzo como siempre, mientras mis dos patéticas hermanitas se tragan los dramas ajenos que dan en la tele. Si supieran el drama que me hacen pasar a mí cada vez que vamos a comprar algo y pierden las neuronas frente a un par de zapatos. Tengo seis libros abiertos sobre la mesa, subrayados, destacados, llenos de apuntes. Revolví la casa entera buscando pasajes donde aparecieran duendes, para hacerme una idea de lo que será todo esto de ahora en adelante. Más de una hora ha pasado y él aún está ahí, lejos de ser un invento de mi cabeza, durmiendo boca abajo sin mucho ánimo de despertar. Me doy algunas vueltas, miro por la ventana, a pesar de lo triste que es esta ciudad me gusta respirar su aire marino. Volteo, ahí está. Sigo hojeando cuentos infantiles y testimonios supuestamente reales, supuestos sin criaturas mágicas en el bolsillo. El olor de la comida se intensifica y él aún sigue durmiendo. Me pregunto qué comerán los duendes, los que se hacen llamar grandes escritores ni siquiera lo mencionan en sus narraciones. Ya no aguanto más, me invade el pánico de pensar que quizás esté muerto, y no dormido como pensaba. Mi ansiedad por traerlo a la casa me hizo olvidar cualquier precaución, tendido sobre una superficie dura de madera y prácticamente despojado de todo lo que traía. Me acerco, con el índice le toco la espalda y lo zamarreo levemente. Se despierta de inmediato, y presa de su agitación y desconfianza corre hasta tocar la pared detrás del escritorio, arrinconándose solo. Mientras me recupero del sobresalto del duende, que es como el sobresalto de las mariposas cuando uno piensa que ya están domadas, observo que estudia con cautela y terror cada palmo de la habitación. Trato de llamar su atención y digo "hola". Craso error. Se tapa los oídos con una mueca de dolor, me parece que le he hablado demasiado alto. Miro los libros de cuentos y los maldigo. Nadie nunca enseña cómo hablarles, es más, todos se comunican de una manera estúpidamente clara. ¿Para qué alguien escribe sobre duendes si en verdad jamás piensa toparse con ellos? Literatura de cuarta categoría. Extiendo mi dedo hacia él una vez más, ahora se deja pero me mira con inmenso temor, algo que francamente esperaba. Y nada más puedo hacer, porque la vocecita chillona que ya no cabe en el cuerpo de una supuesta mujer, es decir, mi hermana, se acerca gritando algo sobre una argentina. Antes de poder reaccionar se le suma el graznido, no menos histérico de mi otra hermana. Vienen hacia acá. Tomo al duendecillo con rapidez, casi segura de que le rompí hasta el alma, pero tiempo es lo que menos tengo para pensar en esto. Dónde, dónde. "¡Me pisaste mi botita!" chilla una, y nace Chocapic. Mis botas son el escondite escogido para dejar al pequeño, con el corazón acelerado le pido disculpas en un susurro, no sé si lo habrá entendido."
domingo, julio 02, 2006
02 ¿Dónde estoy?
"Apenas y me puedo el cuerpo, entre el hambre, la pena y la sorpresa estoy exhausto. No puedo creer que existan peces y aves tan grandes... No tengo fuerzas ni para levantar la cara de la arena, he tragado mucha agua y me cuesta respirar, supongo que moriré en poco tiempo. No, no puedo darme ese lujo, mi familia se preocupó de salvarme, mi pueblo entero sucumbió, debo luchar y salir adelante. Con la vista todavía borrosa y mirando hacia el suelo intento caminar, me es sumamente difícil dar cada paso. Ya me alejé bastante de la costa, está muy vacía, ya recupero un poco la vista, por la luz del Sol calculo que serán cerca de las 10 de la mañana, quizás las 11. De pronto, la tierra alrededor mío tiembla, no sé qué pasa y miro un tanto desorientado, finalmente cuando miro a mi derecha encuentro lo que provocó el temblor... ¡¡Es una persona!! Creo también que es una mujer, pero es gigante, es al menos 20 veces mi tamaño, con sólo un dedo podría aplastarme, pero por su expresión y sus movimientos cuidadosos descubro que no es eso lo que quiere, al menos por ahora. Barajo las posibilidades, ella es enorme y esta aparentemente en todas sus capacidades, escapar es imposible. Quizás deba esconderme, no, ya me ha visto, sería inútil. Si quiero conservar la vida debo ser cuidadoso con lo que haga, para mostrar humildad me arrodillo frente a ella, aunque quizás ni siquiera lo nota... Lentamente se agacha hacia mí, estoy temblando de miedo, su largo cabello rojo ya casi me toca, el miedo es más fuerte y cuando su cara ya casi está junto a la mía me paro e intento huir, pero estoy muy débil y mi movimiento aunque la sorprende por un instante no logra confundirla, me alcanza con su mano apretada, siento dolor fugazmente, aunque es leve, nuevamente veo borroso, la presión se hace más sutil y me guarda en el bolsillo de su chaqueta, ahora si ya la energía me abandona, no puedo más y me desmayo."


"Yo sabía que los enanos existían. No me importa lo que digan, yo tengo uno acá en mi bolsillo, y es tan real como el sol entrando por mi ventana. Ni el más grande pensador se inspiró jamás en uno como este, se los aseguro, nadie en el mundo tiene un enano en su bolsillo como yo. No, no son visiones, lo atrapé en la playa y no estoy enferma ni delirando. Al principio se me figuró una rata o un pez varado, tirado en la orilla con una inconciencia evidente. Pero cuando se empezó a mover me acerqué, presa de una curiosidad irresistible, entre la soledad de la mañana y las redes de los trabajadores. Y así descubrí que era una persona. Un enano, mejor dicho, un enanito como los que aparecen en los cuentos para trabajar zapatos. Intentó defenderse con un par de movimientos nerviosos que de seguro constituían un tipo de ataque de su planeta, quien sabe si letal para un ser de tamaño similar. Quise guardar cierta distancia, pero la tentación me venció. Un enano, ¿quién más tiene un enano? ¡Ahí la tienen, a la soñadora, a la que vive en la nubes, y ahora la única que ha visto y sigue viendo un enano de verdad! Pero mejor me calmo, aún está dormido. Cuando me acerqué para tomarlo pareció realmente asustado, sus ojos pequeñísimos reflejaron una mueca de horror perfecta, sus extremidades tiritaron convulsas en la armonía del terror. En otras palabras, estaba muerto de miedo. Pero lo tomé. Traté de hacerlo con delicadeza, entre el pulgar y el índice, como mi mamá dice que hay que hacer para agarrar algo fino. Miré hacia todos lados, cerciorándome de que nadie más se enterara de semejante suceso. Nadie, por suerte. Lo dejé en mi bolsillo, palpé un par de veces y me di cuenta de que era real.
Ahora palpo de nuevo, despacio, aún está ahí y no se mueve. Tengo un duendecito en la chaqueta, y unas cuantas botellas flotando en el mar. "